Una buena razón para dejar de usar chanclas

Una buena razón para dejar de usar chanclas

Una buena razón para dejar de usar chanclas.

Con las altas temperaturas del verano son muchas las personas que eligen como calzado diario las chanclas. Son frescas y dejan que los pies se aireen. Sin embargo, por cómodas que puedan parecer o resultar, el hecho de que tengan la suela plana —como ocurre también con otros tipos de zapatos como algunas sandalias o las bailarinas— pueden causar distintos problemas a nuestra salud.

Es un calzado con apenas sujeción, que está diseñado para su uso en duchas, piscinas o playas”, indica Raquel González Cabrera, podóloga de la unidad de biomecánica podoactiva del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela. En estos ámbitos ayudan a evitar el contagio de hongos y papilomas, pero fuera de ellos provocan gran inestabilidad.

Lesiones en las articulaciones

Entre los principales inconvenientes que pueden surgir, apuntan los fisioterapeutas de la clínica Fisioserv, está la fascitis plantar, que es una inflamación de la fascia plantar —una fuerte y gruesa lámina de tejido fibroso situada en la planta del pie— aclara la podóloga. Este tejido “abarca desde el calcáneo (hueso que forma el talón) hasta los dedos y entre sus funciones principales se encuentran dar estabilidad a la pisada y absorber impactos durante la actividad”, añade la experta. Al lesionarlo podemos sentir “un dolor agudo que suele ser más intenso por las mañanas al dar los primeros pasos, tras conservar aún cierta rigidez por la falta de actividad muscular nocturna”.

Aunque una fascitis plantar también puede aparecer después de largos períodos de reposo, como estar varias horas sentado en la oficina o por un exceso de carga en el pie causado por correr largas distancias, andar sobre terrenos desfavorables o tener sobrepeso, el uso de calzado inadecuado —con una suela demasiado plana o una sujeción deficiente del arco plantar o del talón— es uno de los motivos más habituales.

Además, cuando usamos excesivamente las chanclas, los dedos generan un sobresfuerzo para poder agarrarse a la parte delantera del calzado: “Esta sobrecarga de los músculos internos puede acentuar el desarrollo de lesiones como los dedos en garra, juanetes o metatarsalgias —que es un dolor en la zona anterior del pie—”, continúa la podóloga. E, igual que se resienten las articulaciones internas del pie, también se generan lesiones en el tobillo, en la rodilla e incluso en la cadera.

Rozaduras, ampollas y quemaduras

Que los pies estén al descubierto y casi en contacto directo con el suelo, unido a la sudoración y la dilatación por el calor, puede generar quemaduras por el sol, rozaduras o ampollas.

Por esto, no debemos olvidar cuidar los pies con crema protectora y, si nos sale una ampolla, la podóloga indica que “es recomendable explotar las ampollas para drenar el líquido y curarlas con povidona yodada para evitar infecciones sin retirar la piel superficial, después cubrirlas con un apósito”.

En definitiva, aunque pueda parecer la opción más cómoda y fresca para el verano, en realidad no es saludable. La experta recomienda usar una calzado que tenga una buena sujeción, suela de goma y plataforma delantera y trasera. Además, para evitar estas lesiones, aconseja acudir a un podólogo para que realice un estudio biomecánico de la pisada cuando observen los primeros síntomas y antes de que se convierta en algo más grave.

Fuente: www.elpais.es – https://elpais.com/elpais/2018/07/05/buenavida/1530805672_271996.html